El taliano Tiziano Ferro (40 años) ha concedido una entrevista en la que se abre en canal sobre los problemas más íntimos que ha sufrido desde que alcanzó la gloria musical.
Alcohólico, bulímico y gay… Cuanto mayor era la gloria musical de Tiziano Ferro, la industria musical más se esforzaba por esconder la realidad del cantante italiano, tal y como confiesa en un documental en el que también expone cómo logró retomar las riendas de su vida y de su carrera.
“En España e Italia no se habla del alcoholismo y eso permite que se esconda muy bien”, lamenta el músico en una charla con EFE ante un tema que desarrolla sin tapujos en Ferro, la producción de Amazon Prime Video que se estrena este viernes y que nació “por la urgencia de compartir la verdad”.
“No por ser un héroe, sino de agarrar mi parte más auténtica y liberarme de este peso”. “Me encanta la idea de abrazar una cicatriz, de exponerla y convertirla en un superpoder, porque es verdad y real, por aplaudir las ganas de solucionar y no de ocultar el pecado”, insiste.
“Me convertí en una persona superfamosa a los 21 años, pero a esa edad no sabes quién eres, especialmente si llegas desde una ciudad pequeña como la mía, construida por la acción de Mussolini y en la que nunca había oído hablar de igualdad o de respeto. Crecí sin saber quién era, porque no había personas como yo, que me dijeran que eso estaba bien y que lo importante era ser honesto”, señala.
Como se cuenta en el documental, la compañía quiso acallar cualquier posible rumor acerca de la condición sexual de Ferro y hasta se encargó a una persona que abriera sus maletas y determinara, por ejemplo, qué ropa no podía vestir por ser “demasiado gay”.
“La industria musical hacía lo que hacía y es fácil echar la culpa a los demás, pero prefiero hablar de una concurrencia de culpas. La manipulación mental encuentra espacio si se lo das y yo no estaba listo para reafirmarme. Me entregaba porque me miraba al espejo y pensaba que no estaba bien”, apunta Ferro, que cuenta que aquella persona que le abría la maleta es ahora una de sus mejores amigas.
La adicción a la bebida de Ferro fue a más y, “con el hígado a punto de la cirrosis”, se dio cuenta de que no podía parar, pero pocos se atrevieron a dar la voz de alarma.
“En países como España e Italia el beber es parte de la sociedad y se esconde. Yo creo que a mí muchas personas me vieron en dificultades; acabé en hospitales, accidentes o situaciones límite, pero nunca nadie se atrevió a decirme que igual tenía un problema”, recuerda.EFE